Con un
café y un cigarro sin encender tengo ante mí a una figura legendaria de la música
española. En este país no hace falta estar acabado ni muerto para poder
etiquetar a alguien como maestro, y Julián Hernández para un servidor lo es.
Hablo
con él de su libro “Sustancia Negra” de reciente aparición y que me ha parecido
una lectura rara,pero de mucho interés, no es una historia al uso pero que
atesora toda la genialidad de un tipo como él.
Difiere
mucho verlo en directo, cantando sus
canciones donde su fuerza vital y sus movimientos captan toda tu atención, a
verlo sentado junto a ti. Ahora la fuerza vital le sale de sus ideas, sus
pensamientos y su palabra. Se le ve tranquilo, con ilusión y cercano, habla de
sus curiosidades personales, te las menciona y si no te han quedado claras te
las puntualiza. El mito se vuelve humano y esa humanidad le confiere un grado
mayor de leyenda. Hablamos de mucha literatura, porque sus influencias son numerosas, de
calidad y variadas. A él le gusta nombrar sus fuentes de inspiración como si
con ello les rindiera pleitesía. De filosofía, algo que le apasiona y de música. Ciertas frases son joyas, que pueden
quedar para contar algún día a conocidos “Una vez hablando con Julián Hernández
me contó...”
Es
fácil hablar con Julián, se le nota cómodo y un tema nos lleva a otro y de ahí
saltamos a otro que no tiene nada que ver con el anterior y al final mi guión de preguntas se va al
carallo, como diría un gallego de pro porque ante todo Julián se ve que le
gusta conversar, le saca punta a todo y quiere expresar su opinión de cualquier cosa. El es así, natural, aunque con ello descubra sus cartas.